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Nov 8 Manuel Carrasco: "Aunque me han pasado cosas excepcionales, no pienso que lo he hecho todo" (REVISTA)

Escrito por Esther_madrid, Madrid, sábado, 12 de noviembre de 2022, 10:56 (524 dias hace...)

Solo hay que darle 30 segundos al nuevo disco de Manuel Carrasco (Huelva, 1981) para confirmar que se le puede adjudicar cualquier etiqueta menos conformista. Las primeras notas de Corazón y flecha, el tema que da título a su nuevo disco, es una explosión fuera de su órbita musical habitual. Es mejor no dar demasiadas pistas para sorprender, pero se escucha un aria y una fusión de instrumentos y contraste de sonidos que podría pasar por un single de Kanye West.

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Pero luego aparece su voz y está claro que no, que a pesar de todo lo que hay, incluso podría decirse que es más Manuel Carrasco que nunca. "Quedarme donde estaba sería un error, hay que buscar nuevos horizontes que a uno le satisfagan porque, por mucho que me hayan podido pasar cosas excepcionales, no pienso que lo he hecho todo. El hambre, en ese sentido, siempre existe", reconoce sentado en el estudio donde trabaja en el sótano de su casa, a las afueras de Madrid.

Cuando habla de cosas excepcionales, desde luego lo hace con propiedad. Tras 20 años en la música habiéndose fraguado una carrera cocinada a fuego lento tras su segunda posición en Operación Triunfo, fue con el disco Bailar el viento en 2015 cuando su carrera explotó, convirtiéndolo en el solista español de mayor éxito del momento. Y ahí sigue: aquel disco dio paso a una gira con palacios de deportes agotados, y en 2018, su siguiente trabajo, La cruz del mapa, lo llevó ante 55.000 personas en el Wanda Metropolitano de Madrid y un récord Guinness: el concierto más vendido de la historia de España.

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Sucedió el 11 de junio de este año, en el Estadio de la Cartuja de Sevilla, donde 74.345 personas compraron una entrada para verlo. A él, no a uno de Wisconsin o Liverpool, como dijo con media sonrisa sobre el escenario. "Todavía me quedo en blanco cuando me preguntan por esa noche. ¿Por qué me pasó eso a mí? No sabría decir si lo busqué, si lo intenté con tanto ahínco que mira... no lo sé. Porque te lo digo con el corazón en la mano, tampoco pienso que haga una cosa tan excepcional para eso. No peco de humilde, que conste, no es que piense que lo mío no vale para nada. Vivo en un continuo sacrificio porque no me gusta darme a medias, y me ocupo. Y no sé si eso acaba pasando a las canciones también, porque puedo transmitir todo lo que tú quieras, pero las canciones son lo primero que tiene que llegar", dice.

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Quizá el punto más diferenciador que puede existir entre las canciones de Manuel Carrasco y otros artistas es que en sus letras habla de sí mismo y su intimidad de una manera descarnada, pero no tanto como para que el público no las haga suyas también. Seguramente... ¿a cuántos de sus seguidores les espetaron alguna vez eso de 'Me dijeron de pequeño, ¿dónde vas que tú no puedes?' "Tengo esa fase de mi vida bastante presente –reconoce–, me recuerdo con la sensibilidad y un mundo interior muy fuerte, que quizá no sabía explicarle a mi gente ni al mundo, por una mezcla de miedo y no saber. Creo que vuelvo tanto a él para reconciliarme de vez en cuando".

En este nuevo disco recupera la dicotomía entre los logros y las adversidades (Corazón y flecha), retoma sus orígenes (Y soy), habla de su hijo pequeño (Coquito), de sus ratos de ocio (Hasta por la mañana) o cómo se planteó la vida al retomar su gira tras la pandemia (Hay que vivir el momento). Sin olvidar a su pareja, la periodista y diseñadora Almudena Navalón, presente en buena parte del disco y no siempre de la misma manera... "Tengo compañeros que me dicen que al escribir se lo inventan todo. Y yo los admiro. ¡Qué suerte, qué imaginación tan grande! Porque yo parto siempre de cosas muy mías, y luego ya tiro de un hilo. Me puedo inventar ciertas cosas, pero todo es mi presente y no todo tiene que ser bueno. A la gente que me pregunta cómo puedo hacer una canción de desamor con lo bien que me va y la familia tan bonita que tengo, les respondo si ellos viven en unas 24 horas idílicas, porque yo no. No paso de puntillas por las cosas".

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Por eso asegura no seguir la tendencia actual, en la que un tema puede ser compuesto por cinco personas y varios productores. "Mira, yo tardo un poquito más, pero sigo cogiendo el agua de mi pozo. Si me equivoco o no, el tiempo lo dirá. Aunque no te voy a negar que a medida que pasan los años, cada vez cuesta más", cuenta mientras reflexiona sobre lo difícil que es ponerse en solitario ante el folio en blanco ante la presión propia, la del éxito, el público, la industria...

"No es fácil, porque esa presión llega por todos sitios. Me ha costado más que nunca aislarme y sacar la parte más fresca de mí, pero ahí sigue. Puede parecer que he conseguido más de lo que pensaba, pero esa voz interior mía es mucho más crítica de lo que la gente ve. A veces es una sensación que abruma".

Al menos en esta época ya ha perdido buena parte de los miedos, que no todos, y ha recuperado la ilusión que durante unos años perdió hacia su propio trabajo, precisamente por todas estas sensaciones, juntas y a la vez. "Me sentía derrotado antes de que empezara la pelea, y me daba mucha rabia. Te vienes a una gran ciudad como Madrid, puedes acostumbrarte a esta otra parte de la vida que está muy bien... y puedes confundirte. Del miedo que tenía tiré adelante, porque no quería sentir la etiqueta de perdedor. La vida son muchas otras cosas que subirte a un escenario. ¿Tengo éxito en mi profesión? Sí, pero eso puede no hacerme más feliz que a otro. Cuidado cuando puedes vivir preso de tu propia responsabilidad... y eso me ha ocurrido a mí en muchos momentos. Formar una familia también me ayudó mucho en el aprendizaje. El miedo siempre está ahí, pero cuando le ganas la partida me salen mejor las canciones. Perdí muchos de ellos, me volví a abrir y dije: ahora o nunca".

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Manuel tiene claro, a estas alturas, dónde radicó todo eso. Nació en el seno de una familia muy humilde de cinco hermanos, donde fue el único que terminó la EGB. Pero esa educación está ahí, "y me hacía fijarme más en lo de fuera que en el interior, a confundirme por lo que pensaban los demás y no yo, las opiniones, cómo te ve la gente, qué esperan todos de ti. Llegué a pensar que había cosas que no podía hacer porque, directamente, socialmente no me correspondían. Hay mucha gente que por miedo a perder se le pasa la vida. Por eso yo lo cuento. Y no le echo la culpa a nadie, porque mi propio entorno no creía en que pudiera pasar, pero no porque creyeran que valgo más o menos, sino porque es inconcebible que los sueños se cumplan partiendo de según qué lugar. Pero mira... Nunca he pensado que yo pudiera llenar un estadio. Y después de haberlo llenado, sigo pensándolo".

Manuel está satisfecho ya no solo de haber alcanzado el éxito, sino de algo más complicado en su caso: una carrera con credibilidad, con todo en contra para ello. Pero venir de la calle tiene aspectos positivos, como ver venir pronto al impostor: "Yo venía de un pueblo muy pequeño, pero yo llevaba calle y las veía venir. En la golfería se aprende mucho, y hubo gente en el camino que me lo puso fácil para darme cuenta de que yo no iba a casar con según qué tipo de cosas. No me dieron confianza ni me sentí impresionado y algo en mí me decía que me querían llevar al huerto. Y es muy difícil cuando ni tú sabes explicar lo que quieres, porque tampoco lo tienes claro. Pero sí sabía lo que no. Y ahí empezó una pelea que llega hasta el día de hoy en busca del equilibrio. Cada día me pregunto: ¿cómo equilibro la parte buena con la mala de todo lo que rodea este mundo sin que se manche la parte importante? Pues no olvidando que así es".


FUENTE Y ENLACE A LA NOTICIA:harpersbazaar.com

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