
Oct 6 Zaragoza 'no deja de soñar' con la magia de Manuel Carrasco (REVISTA)
No es casualidad que Manuel Carrasco haya llenado un estadio como La Cartuja en Sevilla, con capacidad para más de 70.000 personas. Tampoco que en 2002, con apenas 21 años, se quedara a un paso de proclamarse ganador de la segunda edición de Operación Triunfo. El cantante onubense cerró el primer fin de semana de las Fiestas del Pilar en el Espacio Zity con un concierto impecable en el que demostró su excelente técnica vocal para cantar pop, balada, flamenco o lo que se proponga.
Tras los éxitos de Rels B y Melendi en los dos primeros días, el cambio de registro no importó al público maño, que también respondió con creces dando palmas continuamente. El andaluz de 44 años lleva demostrando más de dos décadas que es un artista de los pies a la cabeza. Su aura y aplomo en el escenario le han permitido triunfar en todo el país, incluso en Estados Unidos.
Este domingo, estuvo acompañado en muchos momentos por una banda que estuvo a la altura del protagonista, pero también se gustó con varias canciones al piano y a la guitarra que fueron ovacionadas por alrededor de 12.000 espectadores. Incluso presentó a un coro gospel que se ganó el cariño de toda la gente.
Carrasco conquista a sus fans con letras que él mismo ha compuesto. Muchas de ellas van directas al corazón del público. El compositor demuestra que siente lo que comparte en cada concierto. En Zaragoza quedó claro que es un artista que emociona y se emociona.
Aunque cantó varias canciones de su último disco "Pueblo Salvaje II", los momentos más emotivos de la noche, sin duda, se produjeron cuando el artista onubense interpretó dos temas que se han convertido en himnos. El público se abrazó con fuerza para corear los estribillos de 'Qué bonito es querer' y 'No dejes de soñar'. Con esta última, miles de linternas se encendieron para hacerlo todavía más íntimo.
El andaluz, que destacó por una actitud salvaje, se dejó el alma en el escenario. Cantó como un fuera de serie, no paró de saltar, tocó la guitarra e incluso se emocionó al piano con canciones como "Me dijeron de niño", "Y ahora" o "Mujer de las mil batallas".
En el ecuador del concierto, Carrasco demostró el cariño que le tiene a Aragón. Con todo el arte del mundo, se atrevió con una bulería dedicada a Zaragoza, en la que nombró a la Virgen del Pilar, al río Ebro, a la puerta del Carmen e incluso a la Nueva Romareda. A continuación, quiso recordar a José Antonio Labordeta, al que definió como un "maestro aragonés". Miles de zaragozanos alzaron sus cachirulos y cantaron junto al onubense el "Canto a la libertad", un himno que recordó al pregón de la plaza del Pilar. Fue una escena que puso la piel de gallina a cada zaragozano. Quedará para el recuerdo.
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