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Oct 11 Manuel Carrasco, una arrolladora quema de naves del ‘Tour salvaje’ en el Palau Sant Jordi (REVISTA)

Escrito por Esther_madrid, Madrid, sábado, 11 de octubre de 2025, 13:10 (9 horas, 22 minutos hace...)

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El cantante onubense cerró gira con un monumental concierto de más de dos horas y media en el que cantó a Serrat en catalán, dedicó unos fandangos a Barcelona y contó con invitados como Rigoberta Bandini
El galope del caballo desbocado, el niño hambriento que llama a su madre, el viento que grita que “nos roban el tiempo”. Manuel Carrasco acude a esa clase de imágenes líricas peliculeras para envolver sus nuevas canciones y su ‘Tour salvaje’, que invoca la raíz, lo primitivo y lo genuino como salvación de la humanidad. No se conforma con poco el onubense, que aspira a atravesar conciencias en conciertos largos (más de dos horas y media) e intensos, como el de este viernes en un Sant Jordi con las entradas agotadas desde hacía meses.
Cierre de gira con el mecanismo motivador muy rodado: antes de empezar, mensajes en las pantallas animaron a gritar lo más alto posible y un termómetro indicó que se había batido algún récord. (“¡Enhorabuena, salvajes!”). Preámbulo de un concierto en el que las metáforas se asentaron en materiales muy físicos, empezando por el poderío vocal y escénico de Carrasco, que vistió un curioso estilismo, modelos de pieles y flecos como salidos de bosque profundo.

La canción titular de su último álbum, ‘Pueblo salvaje’, estuvo a la altura de la narrativa promocional, tirando a sobreactuada, con un recorrido serpenteante, a juego con un mensaje crítico contra las pantallas, el diazepam y “lo que llaman vanguardia”. Arquitectura sónica arrolladora, con énfasis percusivo tribal. El material nuevo reservó otros relieves reseñables en la tonada pop de ‘Los sueños perdidos’ y la media luna flamenca configurada en ‘Salitre’.

Carrasco nos recordó que sabe ser muchas cosas: cantautor con matices y principios (‘Siendo uno mismo’), rumbero aromático (‘Uno x uno’) y baladista un poco cursi: ‘No dejes de soñar’, que compartió con Rigoberta Bandini, invitada inesperada. El concierto no fue lineal y acogió un coro góspel en ‘Que nadie’, antes de que Carrasco se quedara solo con la guitarra y medio-improvisara un fandango dedicado a Barcelona, con citas al Born y La Boqueria, y algunos versos en catalán.

El acartonamiento que amenaza las grandes producciones, fulminado. Carrasco recordó sus inicios aquí, en tiempos de ‘OT’, “hace 22 o 23 años”, e invitó a subir y compartir ‘Aquellas pequeñas cosas’ a tres colegas con los que compartía canciones en el bar Mediterráneo, de la calle Balmes: Joan Tena, Pedro Javier Hermosilla y, al teclado, Jordi Cristau. De nuevo solo, siguió con Serrat, y refrescando su catalán, en ‘Paraules d’amor’.

Carrasco dominador de los elementos, todavía suministrador de algún truco de magia cuando se sentó al piano, y que nos invitó a creerle, al pie de la letra, cuando en ‘Tengo el poder’, deslizó su declaración de intenciones: “Quien quiera pararme, no podrá”.

FUENTE, ENLACE A LA NOTICIA Y GALERIA DE FOTOS:EL PERIODICO

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